La madrugada de este domingo, Mariela Ortiz salía de la celebración de 15 años de su nieta. Su expareja llegó hasta el parqueadero del edificio para saludarla. Con una sonrisa, la abrazó, sacó un cuchillo y se lo clavó en el corazón.
A la 01:30 de la madrugada llegó Rubén Rojas al edificio Torres de Campo Verde, ubicado en Piedecuesta, Santander. Era la expareja de Mariela, quien se había separado en diciembre luego de varios años de peleas y maltratos.
Según los familiares, hasta una denuncia había interpuesto la víctima, ya cansada de las agresiones del hombre luego de 30 años de matrimonio. Sin embargo, no pasó nada. No hicieron nada para protegerla.
En redes sociales, familiares dejaron mensajes desconsolados por el aterrador final. “Era mi tía. Una mujer atemorizada y amenazada durante toda la vida, que cuando al fin se empoderó y se separó, encontró la muerte a manos de quien siempre le dijo que la mataría si se separaban”, dijo una mujer identificada como Luz Elian.
Fue el abrazo de Judas. Ortiz jamás se imaginó que lo último que vería serían los ojos de su verdugo, justo en el momento en que ella le regalaba un emotivo saludo.
Tras el ataque, a la mujer la trasladaron hasta el Hospital Internacional, donde falleció pocos minutos después de salir de la cirugía.
Los médicos hicieron hasta lo imposible por salvarle la vida. Pero, mientras la trasladaron al aérea de recuperación, al parecer, le dio un infarto que no pudo aguantar.
Mariela Ortiz tenía 51 años. Según familiares, cuando decidió separarse Rubén, éste le dijo: “si no es para mí, no es para nadie”. El hombre intentó escapar, pero la policía lo capturó minutos después del asesinato.
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